SOBRE EL CONOCIMIENTO DEL COMUNISMO POR PARTE DE LA CLASE OBRERA DE NUESTRO PAÍS.

Enrique Velasco

Los desvíos teóricos y prácticos en las realizaciones históricas.-

Los trabajadores no decidieron las continuas y profundas transformaciones que sufrieron su manera de trabajar en la manufactura y en el maquinismo. Todo lo ordenó, decidió y dirigió el capitalista; el propietario de los medios de trabajo.

Los trabajadores no decidieron las profundas transformaciones que en su forma de trabajar supuso el comunismo ruso. Todo lo decidieron y planificaron los dirigentes del partido, que al mismo tiempo desempeñaban el papel de amos de todos los medios de trabajo.

En un caso y en otro, el protagonismo en la ordenación del trabajo recae en individuos o asociaciones que no son los trabajadores.

La teoría marxista, los seguidores del método que utilizó Marx en su obra esencial, el Capital, tienen ante si, la misma tarea, dura e inacabada que fue la suya.

Marx escarbó y desentrañó el proceso completo de transformación que sufrió el proceso de trabajo, partiendo del de un artesano de oficio, y llegando al proceso de una fábrica de su tiempo.

Todo su trabajo lo hizo, en el camino que colocaban el suyo los grandes científicos de la naturaleza en su tiempo, (físicos, químicos, geógrafos, biólogos, médicos, e investigadores en general): en el camino de la ciencia.

Su extensos e inacabados trabajos, permitieron, cuando menos, sacar a la superficie, aspectos de la sociedad y su desarrollo, que permanecían tapados por el conocimiento superficial que de ellos se transmitía por los canales de los saberes de la época.

Los conceptos de valor de uso y valor de cambio, permitieron colocar al trabajo (al trabajador ordinario, al trabajador de la producción material-alimentos, vestidos, muebles-) en el centro de la ordenación de las sociedades históricas conocidas.

En las sociedades de los trabajo concretos (oficios artesanales y campesinos), sometiendo a los trabajadores y apropiándose directamente de sus productos en forma de valores de uso (que satisfacen una necesidad). Como así ocurre en la sociedad medieval, en que señores, Nobles  e Iglesia, son los ordenadores y recolectores del trabajo y sus frutos.

En la sociedad en la que el trabajo se convierte en un género abstracto, no concreto, en algo que se puede reproducir fácilmente, como una mercancía cualquiera (un ladrillo, una naranja- no hace falta que sean individuos concretos, tanto da una naranja concreta como otra, un ladrillo como otro, y así hablamos del ladrillo o la naranja en abstracto-), ya no interesa obtener de su trabajo, en forma directa, los productos concretos, en forma de valores de uso, sino que lo que interesa del trabajador es su capacidad de producir valor, valor de cambio, trabajo abstracto.

En uno y otro caso, el trabajador y los productos que obtiene con su actividad, están en la base de toda la construcción social, son el hilo que nos permite entender lo que de otra manera parece una madeja enredada.

Marx, con su método, con su camino de entendimiento, con su camino de conocimiento, da un tajo en la sociedad, y pone al descubierto lo que a simple vista no se ve; no se ve, o se ve y no se entiende.

Las instituciones, que en nuestras sociedades- la medieval o la actual capitalista-, aparecen como el centro sobre el que giran todos los fenómenos sociales, en el corte vertical que hace Marx en sus análisis, aparecen, sin embargo, como simples instrumentos creados y dirigidos por los agentes que dominan la producción. La violencia, por ejemplo, en todas sus formas- ejércitos, policías, cárceles, castigos, despidos, permanencia en el desempleo-  no desempeña otro papel que mantener por la fuerza un tipo, una manera de trabajar: en la Edad media la entrega de parte del producto del trabajador por cuenta propia, y en la sociedad capitalista, la separación entre el trabajador y sus medios de trabajo, así como de su producto.

Marx pone al descubierto cómo se produce el capital, es decir, la separación entre el trabajador y sus medios de trabajo, y como consecuencia, la separación del trabajador y su producto. Lo pone al descubierto, de una manera ordenada, razonada, explicada, con intención científica.

La tarea de sus continuadores, no puede ser otra que la de, siguiendo la senda marcada, trabajar en la recomposición, en la unión, de lo que resultó separado. Estudiar, reflexionar sobre las condiciones en que dicha recomposición puede tener lugar.
 

 

Básicamente, lo hemos visto ya, se trataría de que los trabajadores sean, al mismo tiempo, propietarios de los medios con que trabajan y, por tanto, del producto que obtienen.

Esta sería la condición material que serviría de soporte a otras, no menos importantes, pero que dependen, de manera absoluta, de esta primera.

La teoría, en la teoría, en el orden de las ideas, del conocimiento, no existe ninguna dificultad en que esta condición sea una realidad viable. Los medios de trabajo, sea cual sea su clase, su volumen, su coste, su complejidad, es claro que, lo mismo pueden ser propiedad de un capitalista, de varios capitalistas, o de los propios trabajadores.

En este momento, puede uno preguntarse, si esto lo tenían así de claro Marx, Lenin, Stalin, Mao, Castro.

Uno piensa que los cuatro primeros manejaron un tipo de realidad, trataban con un tipo de trabajadores (sobre todo los campesinos, pobres e ignorantes), con una productividad tan baja, que difícilmente se podía pensar en una tasa de ahorro que permitiera este tipo de propiedad, al mismo tiempo que una alta productividad, que era su verdadera obsesión.

Pero, seguramente, el obstáculo mayor, en el plano de la teoría era el concepto que tenían del Estado y del Partido. Tanto uno, como otro, el Estado y el Partido, eran de los obreros. O sea, actuaban en nombre de los obreros. Y esto se puede entender, puesto que se trataría de instituciones de los obreros. Pero claro, siempre que los obreros sean dueños de sus empresas, que es lo que ocurre con las instituciones de los capitalistas; que se trata de instituciones de los capitalistas, porque los capitalistas son dueños de sus empresas, y porque son dueños de sus empresas pueden crear y diseñar las instituciones que les servirán para la reproducción de las mismas, (recordemos que eso es “el poder”). Sin embargo, el Estado y el Partido obreros, no eran instituciones de los obreros, sino de sí mismos, pues ellos mismos eran dueños y directores de la producción.

Ciertamente, por ese camino teórico (instituciones obreras de obreros no propietarios de sus empresas), ni los anteriores citados, ni Castro, cumplirían esta primera condición esencial en la “recomposición” que sería el camino marxista.

Repetimos aquí, que Lenin sí que tuvo una visión momentánea, aunque tardía, de que el camino de la construcción del socialismo, pasaba por las cooperativas, por los trabajadores propietarios.

Todo esto, en el plano de la teoría.

En la práctica, en principio, no existen obstáculos que no se puedan superar; de manera que, la creación de sociedades cooperativas, sociedades laborales y otras formas en que se unen propiedad y trabajo, no solo son frecuentes, sino que las hay que son modelo de funcionamiento, alta productividad, alta tecnología, y gran dinamismo; sin que, en el aspecto exterior, quepa distinguirlas de las mejores empresas capitalistas.

¿Qué ha ocurrido, que nos diferencie de la época de Lenin?

La altísima productividad del trabajo, permite tasas de ahorro a los trabajadores que los habilita, bien para hacer una adquisición en común de su propia empresa, bien para obtener de las entidades de Crédito (Bancos, Cajas de Ahorro, Cooperativas de Crédito) un préstamo que les permita la creación de su propia empresa cooperativa.

Por lo tanto, para cumplir esta primera condición material en el camino de la construcción del comunismo, no se encuentra obstáculo teórico alguno; y en la práctica, en principio, las experiencias existentes, ya numerosas y algunas muy significativas, no hacen sino confirmar la viabilidad de esta forma de producir.

Volver al índice.

Enciclopedia Virtual
Tienda
Libros Recomendados


1647 - Investigaciones socioambientales, educativas y humanísticas para el medio rural
Por: Miguel Ángel Sámano Rentería y Ramón Rivera Espinosa. (Coordinadores)

Este libro es producto del trabajo desarrollado por un grupo interdisciplinario de investigadores integrantes del Instituto de Investigaciones Socioambientales, Educativas y Humanísticas para el Medio Rural (IISEHMER).
Libro gratis
Congresos

15 al 28 de febrero
III Congreso Virtual Internacional sobre

Desafíos de las empresas del siglo XXI

15 al 29 de marzo
III Congreso Virtual Internacional sobre

La Educación en el siglo XXI

Enlaces Rápidos

Fundación Inca Garcilaso
Enciclopedia y Biblioteca virtual sobre economía
Universidad de Málaga